El medio de transporte más rápido del mundo es el tren Shangai Maglev, o Shangai Transrapid, que viaja entre la ciudad de Shanghái y el aeropuerto internacional de Pudong a una velocidad máxima de 431 km por hora.
Con todo, esta velocidad es extremadamente lenta si la comparamos con la velocidad de la luz. Solo para alcanzar 0,6 de la velocidad de la luz, deberíamos multiplicar la velocidad del tren Maglev por nada menos que 1,5 millones. Y si consiguiéramos que el tren viajar a una velocidad próxima a la de la luz, entonces un observador situado en un andén el tren le parecería más corto, y le dará la impresión de lo que pasajeros se mueven a cámara lenta.
Y es que, desde el punto de vista de cualquier objeto que viaje a una velocidad próxima a la de luz, el tiempo se dilata y el espacio se contrae.
Estas peculiaridades del espacio y el tiempo han podido ser comprobadas empíricamente al examinar el reloj de a bordo de los satélites espaciales, que se habían retrasado una fracción de segundo tras viajar a una velocidad tan elevada. Y es que la única manera que tenemos de aproximarnos un poco, solo un poco, a la velocidad de la luz es en el espacio exterior. Por ejemplo, el objeto más veloz fabricado por el ser humano es el satélite de la misión solar Helios 2, que alcanzó una velocidad de 68,75 kilómetros por segundo.
Aún queda bastante trecho para alcanzar los 299.792 km/s de la velocidad de la luz en el vacío.
Los muones de los rayos cósmicos son partículas con una vida increíblemente corta que viajan a una velocidad muy próxima a la de la luz. Estas partículas se generan cuando los rayos cósmicos de alta energía chocan con la atmósfera superior, y son capaces de llegar hasta la superficie de la Tierra gracias a la dilatación temporal relativista. Con todo, la vida medio de un muón es de solo 0,0000015 segundos (1,5 microsegundos).
Con todo, ninguno de nosotros nos salvamos de viajar a velocidades increíblemente rápidas, aunque no nos demos cuenta. En su giro alrededor del Sol, la Tierra recorre unos 30 km por segundo. En un día recorre más de 2.500.000 km. Y a medida que la Tierra gira sobre su eje, un punto sobre el ecuador se mueve a unos 1.667 kilómetros por hora. El planeta Tierra rota sobre sí misma a 1.000 kilómetros por hora. Y, por lo tanto, incluso durmiendo, estamos yendo a esa velocidad en nuestro coche-cama planetario. Preparad las biodraminas.
La propia Vía Láctea, la galaxia en la que habita nuestro Sistema Solar y otros miles de sistemas solares, viaja a 900.000 kilómetros por hora. ¿Hacia dónde vamos tan disparados como una flecha? Pues hacia el centro de los masivos cúmulos de la constelación de Virgo que, a su vez, por supuesto, se encamina hacia una masa mayor a 1.400.000 kilómetros por hora. Esta masa a la que nos dirigimos todos es Acuario.
que interesante
Esto si que me sirvió gracias